miércoles, 9 de junio de 2010

Última entrada del Navegante de Pegaso desde el bajel (no importa el día)

Está es mi última entrada desde el navío, ya que he decidido vivir en el mundo que he sondeado previamente. La nave ha permanecido estacionaria durante algún tiempo, lo que me ha dado un cierto relax para calibrar el hecho de establecerme permanentemente en el planeta que se muestra ante mí. El aspecto es terráqueo y las mediciones atmosféricas dicen que la vida es posible. El estudio biológico hecho por la sonda es más que prometedor: acaba de pasar por un cataclismo natural y la mayoría de especies peligrosas se han extinguido, aunque hay cantidad de vida, tanto vegetal como animal, susceptibles de ser consumidas. Voy a mandar robots y materiales para que comience la construcción del habitáculo provisional donde pasaré mis primeros meses. Empezaré a medir el tiempo en los términos que un día conocí e iré catalogando cada nueva forma de vida que se me presente. Luego haré un borrador genético para bocetar una mujer sin posibilidad de procrear y con un alto grado de adaptabilidad al medio, amén de capacidad de aprendizaje. 

Cansado de viajar, cierro el diario del navegante y paso a abrir un nuevo diario desde el planeta de mi renacimiento. Todavía estoy barajando nombres para este bebé suspendido en el alquitrán interminable del universo que ahora me observa. Próxima entrada, desde mi hogar.


Sonando en mi nave